Entrevista a Francisco Martos

Equipo decanal de Francisco Martos

1.¿En qué años fuiste Decano/a?

Fui decano desde el 1 de agosto de 1994 hasta el 13 de noviembre del 2000. Dimití mediado el segundo mandato al aceptar la propuesta de nombramiento como vicerrector que me había cursado el rector electo David Aguilar Peña.
 

2.¿Qué te llevó a presentarte a las elecciones a Decano/a?

Había formado parte de la Comisión Gestora para la Creación de la Facultad de Psicología que lideraba el profesor Pio Tudela. Posteriormente, habiendo sido este elegido como Decano, tuve el honor de formar parte de su equipo ejerciendo como vicedecano de Infraestructura, Biblioteca y Economía. El profesor Tudela marchó de año sabático a la Universidad de Oregón y hasta que se produjo la convocatoria de nuevas elecciones, tanto él como quienes eran mis compañeros de equipo, Jaime Vila; Fernando Justicia y Miguel Moya, consideraron conveniente que actuara como decano en funciones. Presentarme a las elecciones resultaba, por tanto, una consecuencia “natural” de todo este proceso. Personalmente me resultaba ilusionante afrontar las tareas de consolidación de la reciente facultad junto a tan extraordinario equipo de personas.

 

3.¿Cuáles dirían que fueron los principales desafíos de tu mandato?

Consolidar la facultad, recientemente creada, era una tarea compleja, pero al mismo tiempo apasionante, trabajábamos con la emoción de quien está creando algo nuevo. Me acompañaron Fernando Justicia; Jaime Vila; Miguel Moya; Elvira Mendoza; Humberto Trujillo; Silvia Defior; Mari Carmen Ayuso y Alfonso Palma. Tan extraordinario equipo hizo fácil abordar las múltiples necesidades existentes, tanto de orden material como administrativo. Todo estaba por hacer, faltaban espacios, no teníamos Salón de grados, ni Aula Magna, se necesitaban espacios de laboratorios, áreas de investigación, etc. Al mismo tiempo había que abordar el funcionamiento administrativo de la nueva facultad, normativas, organización de los procesos de matriculación y, sobre todo, nuevo plan de estudios que reducía las enseñanzas de cinco a cuatro años y estructuraba las enseñanzas mediante un sistema de créditos en vez de asignaturas. Visto retrospectivamente, pienso que, los dos retos más relevantes que tuvimos que abordar fueron la coordinación y posterior aprobación de ese nuevo Plan de Estudios y, sin duda, conseguir, primero en la Junta de Facultad y después en el Consejo de Gobierno de la Universidad, una reducción del número de alumnos de acceso que, en tres años, pasó de más de 600 alumnos a 300, lo que permitió una descarga importante de las obligaciones docentes del profesorado y una mejora muy sensible en la dedicación a las necesidades del alumnado.

 

4.¿Qué aspectos centraron las relaciones de la Facultad con el Rectorado?

Las relaciones con el rectorado fueron muy buenas en todo momento y se atendieron adecuadamente nuestras reivindicaciones que, por razones obvias, eran continuas. Es posible que la implicación  de un importante número de profesores en las tareas de claustro universitario añadido esto a la presencia tanto del Profesor Pio Tudela como de yo mismo en el Consejo de Gobierno de la Universidad, contribuyera a facilitar esa relación. Toda tarea importante suele necesitar de una implicación colectiva. Los éxitos de la gestión decanal dependen, en gran medida, de la colaboración de todos los miembros de la facultad.

 

5.¿Con qué aspecto positivo te quedas de aquellos años?

Guardo un muy grato y agradecido recuerdo de aquella etapa. Posteriormente, dediqué muchos años a la gestión universitaria en otras responsabilidades. Sin embargo, nunca los viví con el entusiasmo y el apasionamiento con los que afronté aquellos años en el decanato. Aun así lo más positivo, sin duda, fue compartir gestión y amistad con tan extraordinarios compañeros y compañeras en los sucesivos equipos decanales.

 

6.¿Recuerdas alguna anécdota con parte o con todo tu equipo?

Una de las primeras decisiones del equipo fue encargar que se colocara un letrero que informara que el edificio alojaba la Facultad de Psicología, así era como ocurría en el resto de las facultades. El trabajo se llevó a cabo durante un viernes y todo un sábado. Aquel domingo, aunque la facultad estaba cerrada, algunos de nosotros subimos para ver aquellas letras, grandes y doradas, ubicadas en el pretil de la terraza que linda con la escalera de acceso. Creo que aquel domingo quedamos convencidos de que nuestro trabajo iba a merecer la pena.

 

 

7.En cuanto a las relaciones con distintas instituciones de la sociedad, públicas o privadas, ¿destacarías algún convenio, proyecto conjunto, etc.?

La experiencia que vivíamos en Granada no era diferente de la que se vivía en otras universidades españolas. Todas ellas afrontábamos el reto de crear y consolidar nuestras facultades y conseguir el reconocimiento social y profesional de nuestros egresados. Era una tarea que nos ocupaba a todos, también al Colegio Oficial de Psicología, con quienes trabajábamos en continuo contacto. Los objetivos trascendían las posibilidades de cada una de las facultades por ello nos coordinábamos a través de la Conferencia de Decanos y Decanas de Psicología de las Universidades Españolas (CDPUE) de la que tuve el honor de ser su presidente durante algunos meses. Desde la CDPUE se abordaron múltiples problemáticas e intentamos influir, con mayor o menor éxito, en todas las decisiones gubernamentales y legislativas que entraban en vigor para regular los nuevos estudios. Recuerdo nuestra oposición, aunque sin éxito, a la implantación del título de Psicopedagogía. El tiempo acabaría dándonos la razón y la titulación moriría de “muerte natural” no muchos años después. Los acuerdos respecto a la reducción de 5 a 4 años del título de Psicología; la manera de organizar “el Prácticum” en lo nuevos planes de estudios; las características que debería tener la formación de Psicólogos Residentes (PIR), los niveles de experimentalidad de los estudios de Psicología y la ubicación de esta dentro de las Ciencias Sociales y las Ciencias de la Salud; fueron algunos de los temas que tuvimos que abordar. No obstante, creo que el mayor éxito que se consiguió fue que se ampliara el acceso preferencial desde el Bachillerato a los estudios de Psicología permitiendo no solo se accediera desde la opción de “humanidades” sino desde todas las opciones.

 

8.¿Crees que hay diferencias entre los/las estudiantes que encontraste durante tu mandato y las personas que estudian hoy en nuestra Facultad?

Claro que hay diferencias. Por supuesto que las hay. Las personas somos seres en el tiempo y, por tanto, respondemos a la cultura, a los valores, a la educación, a los objetivos y metas, del tiempo que nos ha tocado vivir. Los estudiantes actuales están mucho mejor preparados que los de mi promoción en múltiples facetas, también están peor en otras. Sería raro e inconveniente que no fuera así. En mi opinión, lo relevante es que quienes hemos elegido dedicarnos a la docencia debemos sentir la obligación de adaptar nuestra enseñanza a las necesidades de las sucesivas promociones de estudiantes. Aprovechar sus fortalezas, reducir o eliminar sus carencias y, en todo caso, adaptar nuestra didáctica en el intento de que todos ellos puedan superar los objetivos pedagógicos.

 

9.¿Cuáles consideras que serán los ajustes que deban hacerse con la irrupción de la inteligencia artificial en las aulas?

La posibilidad de uso de la Inteligencia artificial (IA) en las aulas es un avance más, sin duda más relevante, en la continua llegada de tecnologías del conocimiento a la enseñanza. Internet, las plataformas de aprendizaje, las múltiples aplicaciones que permiten, tanto a alumnos como a profesores, acceder a fórmulas de “autoaprendizaje” “on line” y, últimamente, la IA, son valiosas herramientas que permiten al alumno, no nos olvidemos, también al profesor, tener acceso directo a volúmenes de información y conocimiento que, obviamente, sobrepasan las capacidades de cualquier docente. En diversas conversaciones en la facultad he constado la preocupación del uso de la IA sobre la correcta evaluación del alumnado. No creo que ese sea un problema relevante. Al fin y al cabo, la evaluación es tan solo la constatación del éxito, o el fracaso, del aprendizaje y no resultará difícil encontrar nuevas fórmulas que eviten su influencia. Lo que debería preocuparnos, lo verdaderamente importante, es como incorporar no solo la IA sino todo el resto de nuevas herramientas a nuestra enseñanza. Y eso solo será posible mediante importantes cambios en la didáctica universitaria. Cambios que deberían haberse llevado a cabo desde hace ya bastante tiempo. A mi juicio debemos tratar de, sin abandonar la imprescindible aportación de contenidos que estructuren su capacidad de conocimiento, animar, invitar al alumno para aprender por sí mismo mediante el uso de esas tecnologías. Reducir la dependencia continuada de la presencia del profesor para que pueda producirse el aprendizaje. Dar más valor al papel del profesor como tutor de un proceso continuado de aprendizaje.

 

10.¿Qué consejos darías a un/a futuro Decano/a?

Lo primero que diría es que se pregunte si de verdad quiere serlo, si tiene una clara voluntad y ambición para mejorar el presente. “Nuestra preocupación por el futuro influye en el presente tanto como el pasado”, podríamos decir parafraseando a F. Nietzsche.  Le aconsejaría que se preguntara primero si verdaderamente tiene esa disposición. Si la respuesta fuera afirmativa le recomendaría que se rodeara de un equipo de personas muy valiosas. Las metas importantes son fruto de un trabajo colectivo. Por último, le recomendaría que se mantuviera alejado de toda forma de maniqueísmo.