1.- ¿En qué años fuiste Decano/a?
Fui Decano Comisario, designado por el entonces Rector, Don Lorenzo Morillas Cueva, en el año 1992. La función de un Decano Comisario es poner en marcha el proceso de creación de una facultad nueva. En el caso de Psicología, cuyos estudios habían estado hasta entonces integrados en la Facultad de Filosofía y Letras, se trató de crear en torno a esos estudios una nueva facultad. El proceso duró un año, durante el curso 1992-93, y al final de ese periodo tuvieron lugar las primeras elecciones, la formación de la primera Junta de Facultad y la elección del primer decano elegido por la Junta. Yo presenté mi candidatura y fui elegido por 79 votos a favor, uno en contra y cuatro en blanco de los 84 miembros asistentes a la Junta de Facultad.
2.- ¿Qué te llevó a presentarte a las elecciones a Decano/a?
Para Decano Comisario no hubo elección posible. Yo había participado activamente en el equipo de apoyo a la candidatura del Profesor Morillas que fue elegido Rector y pensé que era el momento de activar la petición de la nueva Facultad de Psicología. Digo activar porque la petición y el deseo de ser facultad independiente se había manifestado de muchas formas con anterioridad ya que en España había ya varias facultades de psicología que se habían desgajado de las facultades de filosofía y letras. La petición que hicimos al Rector Don Lorenzo Morillas encontró inmediata acogida y puso en marcha el proceso de creación de la nueva facultad mediante mi nombramiento como Decano Comisario.
Mi presentación a las primeras elecciones democráticas de la nueva facultad era obligada. Se trataba de comprobar si mi actuación como Decano Comisario en cuanto a calidad y tiempo empleado en crear la estructura y los primeros estatutos provisionales de la nueva facultad merecía la aprobación de los miembros de esa nueva Facultad de Psicología. Aún así, mi mandato duró solamente un año porque en 1994 pude disfrutar de un año sabático para investigar en la Universidad de Óregon con el Profesor Michael Posner, año sabático que estaba planeado y preparado con anterioridad a la creación de la nueva facultad. En otras palabras, no abandoné mi cargo como decano, sino que lo dejé en muy buenas manos.
3.- ¿Cuáles dirían que fueron los principales desafíos de tu mandato?
Poner en marcha una nueva facultad no es tarea fácil. Hay que saber rodearse de personas capaces e interesadas en la calidad de lo que íbamos a crear. Hay que tener tacto para no ofender a la facultad de la que procedíamos. En este aspecto tuve mucha suerte pues la entonces decana de la Facultad de Filosofía y Letras, Doña Cándida Martínez López, fue de gran ayuda, poniéndose desde el principio a nuestra disposición y ayudando con sus consejos, su experiencia y su apoyo a resolver muchos problemas y situaciones concretas; ella hizo fácil lo que nos hubiera resultado difícil y costoso en tiempo sin su ayuda. Finalmente, tuvimos que elaborar unos estatutos provisionales que gozaran de la aceptación de una amplia mayoría.
4.- ¿Qué aspectos centraron las relaciones de la Facultad con el Rectorado?
Todos los relacionados con las nuevas necesidades: personal, biblioteca, determinación de la distribución de espacios con los estudios de Pedagogía y de Filosofía que compartían el mismo edificio. En general, tuvimos siempre un apoyo incondicional del Rector y de su equipo de gobierno. La coyuntura fue muy favorable y la nueva criatura nació rodeada de apoyo y de una alta estima.
5.- ¿Con qué aspecto positivo te quedas de aquellos años?
Si tengo que resaltar uno, diría que la ilusión y el compañerismo con que vivimos aquellos momentos iniciales.
6.- ¿Recuerdas alguna anécdota con parte o con todo tu equipo?
No consigo recordar una concreta. La relación entre los miembros del equipo siempre fue cordial y llena de compañerismo. Sabíamos tener tiempo para comer o tomar unas cervezas juntos con gusto.
7.- En cuanto a las relaciones con distintas instituciones de la sociedad, públicas o privadas, ¿destacarías algún convenio, proyecto conjunto, etc.?
En mi época de decano, todo el esfuerzo y dedicación estuvo dirigido a la estructuración de la nueva facultad. No recuerdo más actividad hacia el exterior que la de darnos a conocer como nueva facultad de psicología al resto de facultades de la UGR y al resto de facultades de psicología del Estado Español. También comenzamos a asistir a la reunión de decanos de psicología, donde se cambiaban impresiones sobre la situación de las respectivas facultades. No iniciamos ningún proyecto particular; los proyectos comenzaron más tarde en otros decanatos. En aquel tiempo, como ahora, ya había muchos proyectos de investigación en marcha, pero estaban a cargo de los diferentes grupos de investigación de los departamentos que formaban parte de la facultad.
8.- ¿Crees que hay diferencias entre los/las estudiantes que encontraste durante tu mandato y las personas que estudian hoy en nuestra Facultad?
Hace ya varios años que dejé la facultad como profesor, aunque serví como profesor emérito en activo durante tres años. Sencillamente, no he tenido contacto con las personas que estudian hoy en la Facultad. Si sirve de algo mi larga experiencia docente, que comenzó en octubre de 1978, recuerdo una segunda promoción de la Facultad, que fue la primera para mi, formada por estudiantes entusiastas, de gran calidad, muchos de los cuales son profesores hoy en Granada y en otras facultades del Estado. Después, siempre tuve contacto con estudiantes interesados, entusiastas que han encontrado trabajo en muchos puestos docentes y de otro tipo. Creo que en cada curso hubo estudiantes con calidad y dedicación suficiente para hacerme sentir que lo que yo hacía tenía sentido y merecía la pena. Estoy seguro de que ahora ocurre lo mismo. Sin duda hay aspectos que han cambiado mucho, pero cuando la facultad comenzó, el manejo de ordenadores para controlar experimentos y como herramientas de usos múltiples, era ya una práctica generalizada en toda la facultad.
9.- ¿Cuáles consideras que serán los ajustes que deban hacerse con la irrupción de la inteligencia artificial en las aulas?
Esta sí que es la pregunta del millón. En las aulas de psicología la IA irrumpió hace mucho tiempo. El libro de texto de Psicología que yo estudié en mi primer curso de especialidad estaba escrito por Donald Hebb que fue el primero que introdujo las redes neurales en la explicación de procesos psicológicos. Posteriormente en 1986, Rumelhart y McClelland publicaron sus dos volúmenes sobre “Parallel Distributed Processes (PDP)”, que potenciaron el uso y la relevancia de las redes neurales para la investigación psicológica. Las redes neurales son hoy el instrumento preferido para la programación de inteligencia artificial (IA); no son los únicos pues un tipo de inteligencia artificial simbólica también se utiliza y en su origen esa IA estuvo íntimamente relacionada con psicología a través de Herbert Simon, Allen Newell y John Anderson entre otros. Digo esto porque es conveniente que tengamos conciencia de la íntima relación entre la IA y la psicología tanto en el nivel teórico, dando forma a teorías mediante modelos, como en el nivel de aplicaciones concretas. Así que espero que esta forma de relación entre la IA y la psicología continúe y aumente. Estoy seguro de que el control de la experimentación podrá hacerse cada vez mas preciso y que el conocimiento del funcionamiento cerebral relacionado con las funciones psicológicas avanzará notablemente. De todas formas, hay aspectos de la IA que han irrumpido en el aula de forma poco recomendable. Hay programas que proporcionan artículos enteros o trabajos enteros de investigación falsificados, plagiados, artificiales, simulados etc… Esto me parece inadmisible, aunque existan otros programas que detectan plagios. La docencia no puede convertirse en una carrera de producir y detectar picardías entre el alumno y el profesor. Creo que, si yo estuviera ahora en activo, haría todas las evaluaciones mediante entrevista oral.
10.- ¿Qué consejos darías a un futuro Decano/a?
Es difícil dar consejos cuando las circunstancias cambian tanto con el tiempo. Un decano hoy tiene que afrontar problemas muy diferentes a los que me ocuparon. De todas formas, creo que trabajar las actitudes siempre es un camino correcto: escuchar, dialogar, no tomar decisiones precipitadas, son valores que difícilmente caducan. Mantener la ilusión por la calidad del servicio y el aprecio por los alumnos para quienes se trabaja, además de valores son fuente de auténtica alegría en el trabajo.